Nuestro día a día es una sinfonía de sonidos y silencios, de palabras habladas y gestos silenciosos. Para las personas con algún tipo de discapacidad sensorial, o problemas de comunicación, la música de la vida se compone de un lenguaje distinto, uno que se expresa de una forma diferente. Como persona sorda y como profesional de la comunicación, me he encontrado con desafíos a la hora de enfrentar esas barreras muchas veces invisibles y descubierto fortalezas inesperadas en el proceso. Desde mi posición, he sido testigo de la importancia de derribar barreras y construir puentes hacia la inclusión.
En España, la legislación relativa a la discapacidad ha sido un paso significativo hacia la promoción de la igualdad y la inclusión de las Personas Sordas y las Personas Sordociegas. La Ley 27/2007, de 23 de octubre, por la que se reconocen las lenguas de signos españolas y se regulan los medios de apoyo a la comunicación oral de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas, y por fin, tras muchos años de espera el Real Decreto 674/2023 del 18 de julio, por el que se aprueba el Reglamento de las condiciones de utilización de la lengua de signos española y de los medios de apoyo a la comunicación oral para las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas.
La comunicación es el alma de la interacción humana, y para las personas sordas, el acceso a una comunicación efectiva es esencial para participar plenamente en la sociedad. La lengua de signos es nuestra lengua la utilizamos para expresarnos y conectarnos con los demás, pero lamentablemente, sigue habiendo una falta de reconocimiento y apoyo para su uso, en muchos casos sufriendo la vulneración de nuestro derecho recibir la información en nuestra lengua y acceder a la información. En el RD 674/20223 se remarca la libertad de elección a la hora de elegir como comunicarnos y se establecen las medidas para ello. Es fundamental que se promueva y se facilite el aprendizaje de la lengua de signos desde una edad temprana y el acceso a una educación inclusiva, efectiva y de calidad. Donde la infancia sorda no sufra de privación lingüística y su acceso a la educación sea de calidad para poder crecer personal y profesionalmente sin barreras.
Todo esto no es un alegato en contra de la tecnología, que proporciona herramientas innovadoras para la comunicación y la accesibilidad. Desde dispositivos de alerta visual hasta aplicaciones de traducción en tiempo real, estas tecnologías están revolucionando la forma en que nos relacionamos con el mundo que nos rodea. Sin embargo, aún queda mucho por hacer para garantizar que estas herramientas estén disponibles y sean accesibles para todas las personas que lo necesiten.
La inclusión laboral es otro aspecto crucial en el camino hacia la igualdad para las personas sordas. Demasiado a menudo, nos enfrentamos a barreras y prejuicios en el lugar de trabajo, lo que dificulta nuestra participación plena y nuestro avance profesional. Es fundamental que se promueva un entorno laboral inclusivo, donde se valoren y se aprovechen las habilidades únicas que aportamos. La diversidad en el lugar de trabajo no solo enriquece la cultura organizacional, sino que también impulsa la innovación y el éxito empresarial.
Como personas, somos mucho más que nuestras discapacidades, tenemos sueños, aspiraciones y talentos que merecen ser reconocidos y valorados. La discapacidad no nos define. Al final del día, la discapacidad es solo una parte de lo que somos, pero nuestras habilidades, logros y contribuciones trascienden cualquier barrera impuesta por la sociedad.