OPINIÓN

Difícil de definir lo llaman hoy, pero a mí, me encanta


FacebookTwitterWhatsApp
Antonio Buitrago
07 de abril de 2024 - 10:11

No he leído un solo libro de Charles Bukowski que no me haya gustado, claro que, a este autor, o se le ama, o se le odia, máxime a día de hoy, donde todo hay que cogerlo con pinzas para que nadie se ofenda. Y, aunque me gusta mucho la poesía (no toda ni la de todos, gracias a Dios), reconozco que en este caso me agrada bastante más su narrativa, insisto, sin desmerecer su poesía. Por lo que hoy, de sus muchos y siempre entretenidos trabajos, les voy a recomendar Factotum, una novela (otras más), con claros tintes autobiográficos en la que el autor nos sumerge en lo más sórdido y sin sentido de sus años de juventud.

Una vida repleta de brincos entre un trabajo y el siguiente, cual más duro, lúgubre y oscuro, y que sólo el exceso de alcohol y el sexo ayudan a sobrellevar. Es la vida vista desde unos ojos repletos de talento, de preguntas, de amarguras, de cierta melancolía y a la vez, de muchísimo pragmatismo y humor. Es una novela por completo “políticamente incorrecta”, es decir, una historia como debe de ser, con la estupidez justa.

La prosa de este gran autor es directa, sin florituras, tan escueta como por completo accesible, incluso, como es el caso de Factotum, cuando habla sobre la vida de lo que muchos, siempre tan finos ellos, siguen llamando; “desechos humanos”. Factotum da otra visión de lo que se dio en llamar el sueño americano, y que, como la gran mayoría de los sueños, rara vez despega del asfalto, y muchas de esas veces donde se logra, es para caer de nuevo en este, y en picado.

A este autor se le ha comparado con otros autores de renombre como Hemngway o Henry Miller, por ejemplo, no lo tengo claro, es posible que sí, y también, que no. Hay tanto escrito que al final, todo tiende a parecerse a todo, o por lo menos, así es cuando un autor decide escribir lo que le da la gana, y no lo que piensa que puede agradar a la mayoría, lo que demuestra que la genialidad tiene pocas diferencias, y que, como requisito principal y casi que,por bandera, tiene la libertad, en este caso, de expresión. Algo que se daba mucho hasta mediados largo del siglo XX, y que hoy, parece condenado a muerte a no ser que se case con según qué ideas, o según con qué, siglas.

Cualquier lector que busque algo más que pasar un ratito bueno leyendo, encontrara en Factotum varias líneas de las que invitan a subrayar en fosforito, para ser repasadas y memorizadas. Este es un libro para no padecer en absoluto, para no tener las nalgas apretadas esperándose Dios sabe qué, este es un libro para divertirse con lo cotidiano, que no por cotidiano, ha de dejar de ser interesante.