En el corazón de la gastronomía ilicitana se encuentra un plato que no solo alimenta el cuerpo, sino también el alma: el arroz con costra. Esta especialidad, profundamente arraigada en la historia y tradición de Elche, combina ingredientes sencillos con una preparación cargada de simbolismo, convirtiéndola en un verdadero emblema culinario de la región.
Un plato con historia
El arroz con costra tiene su origen en las cocinas de las familias campesinas de Elche, donde los ingredientes disponibles eran limitados pero no faltaba la creatividad. Se cree que el plato comenzó a cocinarse en el siglo XIX, aunque su popularidad como ícono de la zona se consolidó en el siglo XX.
“Es un plato que representa nuestra cultura y tradiciones. En cada cucharada está el sabor de nuestra tierra”, comenta Dolores Martínez, una vecina de Elche que lleva más de 40 años cocinándolo para su familia. “Aquí no hay fiesta sin arroz con costra, especialmente en reuniones familiares o celebraciones importantes”, añade con orgullo.
La esencia de este plato radica en la costra que lo corona, una capa dorada de huevo que se cuece al calor del horno y que, al romperse, libera un aroma irresistible. Aunque los ingredientes pueden variar ligeramente según la familia que lo prepare, los componentes básicos suelen incluir arroz, embutidos como butifarra y longaniza, pollo o conejo, y huevo. Además, algunos añaden especias como el pimentón o el azafrán para intensificar el sabor.
La preparación, un ritual
Cocinar arroz con costra es casi un acto ceremonial. La receta exige paciencia y atención a los detalles. Primero, se sofríen las carnes y embutidos junto con tomate y especias, creando una base de sabores profundos. Luego, se incorpora el arroz, que absorbe los jugos de la mezcla anterior. Finalmente, se vierte el huevo batido sobre la superficie antes de introducir el recipiente al horno.
“La clave está en la cantidad exacta de huevo y en saber cuándo sacarlo del horno. Si lo dejas mucho tiempo, se seca; si lo sacas demasiado pronto, la costra no se forma bien”, explica José Antonio Pérez, un chef local que organiza talleres de cocina tradicional en Elche. “Es una danza entre el calor y el tiempo. Cada paso tiene su importancia”.
Antiguamente, el arroz con costra se cocinaba en hornos de leña, lo que aportaba un sabor ahumado único. Aunque hoy en día la mayoría de los hogares emplean hornos modernos, algunas familias todavía conservan esta tradición, especialmente en zonas rurales. “El horno de leña le da un toque especial, casi mágico. Es como un regreso a las raíces”, asegura Antonio Giménez, un panadero de Elche que también es conocido por preparar este plato de manera tradicional.
Un legado que perdura
El arroz con costra no es solo un plato; es un puente entre generaciones. Muchas familias ilicitanas transmiten la receta de padres a hijos, asegurando que este tesoro gastronómico continúe vivo.
“Cuando era niña, mi abuela me enseñó cómo prepararlo. Ella siempre decía que cocinar es una forma de mostrar amor”, recuerda Ana Beltrán, una joven madre que sigue la receta familiar. “Ahora me encanta compartir este momento con mis hijos. Es algo más que comida; es una conexión con nuestras raíces”.
La importancia del arroz con costra también se refleja en eventos locales como el Concurso de Arroz con Costra, que se celebra anualmente en Elche. Este certamen reúne a cocineros aficionados y profesionales en un ambiente de camaradería, donde se comparte no solo el amor por este plato, sino también historias y secretos culinarios. Para muchos participantes, no se trata solo de ganar, sino de rendir homenaje a una tradición que sienten profundamente arraigada en su identidad.
Un sabor que conquista
Para quienes visitan Elche, probar el arroz con costra es una experiencia obligatoria. Los restaurantes locales ofrecen su propia versión del plato, algunas más tradicionales y otras con un toque moderno, pero todas conservan la esencia de la receta original.
“Siempre que tengo amigos o familiares que vienen de fuera, los llevo a probar el arroz con costra. Quedan encantados”, comenta Sergio Molina, un guía turístico que organiza rutas gastronómicas en la ciudad. “Este plato no solo les sorprende por su sabor, sino también por el significado que tiene para nosotros. Es como una postal comestible de Elche”.
En un mundo donde las tradiciones culinarias a menudo se diluyen por la globalización, el arroz con costra resiste como un símbolo de identidad local. Su sencillez y autenticidad lo convierten en una celebración de los valores que definen a Elche: hospitalidad, arraigo y pasión por la buena mesa.
“Cuando pruebas el arroz con costra en Elche, no solo disfrutas de un plato, sino de toda una historia que lo acompaña”, afirma Lucía Romero, estudiante de historia del arte y apasionada de la gastronomía local. “Es una manera deliciosa de entender nuestra cultura”.
Una receta con futuro
Aunque la tradición es el corazón del arroz con costra, también hay quienes buscan innovar sin perder su esencia. Algunos chefs han experimentado con ingredientes como trufa, queso o incluso versiones vegetarianas que sustituyen las carnes por setas y verduras.
“El arroz con costra tiene un potencial enorme para adaptarse a los tiempos modernos”, opina Laura Gisbert, una joven chef que recientemente abrió un restaurante en Elche. “Lo importante es respetar la base y entender que cada variación debe rendir homenaje a su historia”.
Incluso se han llevado a cabo iniciativas para internacionalizar el plato, presentándolo en ferias gastronómicas y eventos culinarios fuera de España. “Es un orgullo compartir nuestra cultura con el mundo a través de la comida”, dice Alfredo Cánovas, miembro de una asociación gastronómica de Elche.
Al final del día, el arroz con costra sigue siendo mucho más que una receta. Es un vínculo entre el pasado y el presente, una celebración de los sabores auténticos y un recordatorio de la riqueza cultural de Elche. Como bien dice Dolores Martínez: “Mientras haya alguien que lo cocine y alguien que lo disfrute, el arroz con costra nunca desaparecerá”.