Hablar del Dum Dum es evocar una época inolvidable, donde la juventud ilicitana encontró un espacio único de diversión y conexión social. Este mítico salón recreativo, situado en pleno centro de Elche y a un paso de las tascas, fue durante los años 80 y 90 mucho más que un lugar para jugar. Era un auténtico punto de encuentro, un rincón donde los jóvenes dieron sus primeros pasos hacia la vida adulta entre risas, helados y partidas de futbolín.
Fundado por José Botella Diez, un empresario ilicitano muy querido, el Dum Dum se convirtió en un icono local. Botella, además de impulsar el Dum Dum, fue el creador de la empresa de saneamiento J. Botella, pero el salón recreativo fue, sin duda, su legado más entrañable. Bajo su visión, este lugar se transformó en un templo de las máquinas recreativas que reunió a generaciones en torno a juegos como Donkey Kong, Bubble Bobble, OutRun, Street Fighter II, Pang, Snow Bros, Mortal Kombat y Tetris.
Un espacio para crecer y compartir
El Dum Dum no solo ofrecía entretenimiento; era el lugar donde muchos adolescentes vivieron sus primeras citas, los primeros intentos de ligar y las charlas interminables sobre los acontecimientos de la semana. Allí, las máquinas recreativas se alternaban con partidas de futbolín, billares y ping-pong, pero, sobre todo, era un espacio donde los amigos se reunían para compartir risas, confesiones y planes.
Con las motos aparcadas en la puerta, el Dum Dum vibraba con vida, alegría y complicidad juvenil. “¿Quién no recuerda los conos de helado, las tardes con amigos y las interminables partidas de dos players?”, dicen los nostálgicos. En aquellos años, las máquinas recreativas eran una excusa perfecta para socializar, y el Dum Dum fue el epicentro de esa experiencia.
El declive y el cierre de un mito
Con la llegada de las consolas domésticas, los móviles y las redes sociales, los salones recreativos comenzaron a perder su papel central en la vida de los jóvenes. El Dum Dum, como tantos otros espacios similares, fue cediendo terreno a nuevas formas de ocio, y en 2005 cerró sus puertas.
Aunque físicamente desapareció, el Dum Dum sigue vivo en la memoria de quienes lo frecuentaron. Muchos recuerdan con cariño ese lugar que marcó sus vidas y donde se forjaron amistades, romances y recuerdos imborrables.
Hoy, el Dum Dum es un símbolo de una época dorada en Elche, un tiempo en el que las máquinas recreativas no solo eran una forma de entretenimiento, sino un punto de unión para toda una generación. Un lugar único, irrepetible, que dejó una huella imborrable en el corazón de quienes lo vivieron.