REPORTAJE

El río Vinalopó: Arteria fluvial y símbolo de Elche

El Vinalopó es un río vital para la agricultura, la historia y la ecología de Elche, pese a los problemas de caudal y salinidad
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Iván Hurtado
10 de noviembre de 2024 - 12:29

El Vinalopó, con sus 96 kilómetros de longitud, es uno de los principales ríos de la provincia de Alicante y una arteria fluvial que recorre la región desde su nacimiento en la Sierra de Mariola hasta su desembocadura en el Mediterráneo, a través de las Salinas de Santa Pola. Su importancia histórica, ecológica y cultural es incuestionable, no solo por su extensión, sino también por su influencia en el desarrollo de los municipios que atraviesa, especialmente en Elche, donde juega un papel crucial tanto en la agricultura como en la identidad local.

El origen del nombre Vinalopó se remonta al árabe binalūb , que a su vez deriva del latín Pinna Lupi, que significa “peña del lobo”. Esta etimología hace referencia a las formaciones rocosas que, según la tradición, servían como refugio para lobos en tiempos antiguos. El nombre refleja la conexión histórica del río con el paisaje y la fauna de la región, que, a pesar de los siglos, sigue siendo un emblema de la naturaleza alicantina.

El Vinalopó nace en el Rincón de Bodí, en el Parque Natural de la Sierra de Mariola, y atraviesa las comarcas del Alto, Medio y Bajo Vinalopó, pasando por localidades como Villena, Sax, Elda, Novelda y Aspe, antes de llegar a Elche. A lo largo de su recorrido, el río ha sido vital para la agricultura, especialmente en Elche, donde sus aguas se han utilizado históricamente para el riego de campos. Sin embargo, debido a las frecuentes inundaciones, se han realizado diversas intervenciones para encauzar el río y evitar daños en las áreas urbanas y agrícolas. A pesar de los esfuerzos de control, las inundaciones siguen siendo un desafío, como sucedió con la devastadora riada de 1982.

Este episodio, en el que el río se desbordó tras intensas lluvias, causó graves daños en Elche, especialmente en la zona sur de la ciudad, donde las huertas y los campos agrícolas fueron anegados. El desbordamiento del Vinalopó fue uno de los peores registrados en la historia reciente de la provincia, y dejó una profunda huella en la memoria colectiva. Las inundaciones de 1982 marcaron un cambio en la manera de abordar la gestión de riesgos en la región, ya que se hizo más urgente implementar infraestructuras y sistemas de alerta para prevenir futuras catástrofes.

En la actualidad, el Vinalopó sigue siendo una vía importante para el riego agrícola, pero también está siendo objeto de proyectos de restauración ecológica. La Confederación Hidrográfica del Júcar trabaja en la recuperación del cauce natural del río en su tramo final, entre Elche y las Salinas de Santa Pola, con el objetivo de mejorar la calidad del agua y prevenir las inundaciones. Este proyecto forma parte de un esfuerzo más amplio para restaurar los ecosistemas fluviales de la región y fomentar un desarrollo más sostenible.

El Vinalopó también ha adquirido una nueva importancia como atractivo turístico. En el marco del Plan de Sostenibilidad Turística de Elche, se ha creado un sendero circular de 40 kilómetros a lo largo del río, que conecta varios puntos emblemáticos de la ciudad y de su entorno natural, como el parque natural de El Hondo. Esta ruta no solo fomenta el ecoturismo, sino que también ayuda a sensibilizar a los visitantes sobre la importancia de conservar este valioso recurso hídrico.

A pesar de su escaso caudal durante los meses de verano, el Vinalopó es un símbolo de la vida en Elche, un río que ha formado parte de la historia y la cultura local a lo largo de los siglos. Además de su papel en la agricultura, su importancia ecológica y cultural continúa siendo esencial para Elche y las localidades que atraviesa. La historia del río, desde sus crecidas devastadoras hasta los esfuerzos por restaurar su cauce natural, refleja el compromiso de la región con la sostenibilidad y la preservación del medio ambiente. Así, el Vinalopó se mantiene como un símbolo vivo de la identidad local, un puente entre el pasado y el futuro, que conecta a las generaciones actuales con las futuras.