HISTORIA

Elche no pudo salvar su patrimonio cultural: la venta de la Dama de Elche a Francia en 1897

La escasa legislación de la época permitió que la famosa escultura, una de las piezas más valiosas del arte ibérico, fuera vendida sin el consentimiento de su descubridor, marcando un antes y un después en la protección del patrimonio cultural en España
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Iván Hurtado
16 de marzo de 2025 - 10:13

El 4 de agosto de 1897, el joven Manuel Campello Esclapez, mientras trabajaba en unas labores agrícolas en la finca La Alcudia, en Elche, realizó un hallazgo que cambiaría el curso de la historia del arte y del patrimonio cultural español. Durante una pausa en el trabajo, al golpear una piedra, descubrió lo que parecía ser un rostro tallado en piedra caliza. Tras desenterrarlo, pronto se dieron cuenta de que se trataba de un busto femenino, una de las piezas más destacadas del arte ibérico, que más tarde sería conocida como la Dama de Elche.

Después del descubrimiento, el busto fue trasladado a la casa del dueño de la finca, el médico Manuel Campello Antón, quien decidió exhibirlo en un balcón para que los vecinos de Elche pudieran admirarlo. La noticia se difundió rápidamente por el pueblo y pronto atrajo la atención de expertos, entre ellos el arqueólogo francés Pierre Paris, quien se encontraba en España investigando otros yacimientos cercanos. Fascinado por la calidad de la pieza, Paris viajó hasta Elche para examinarla y, tras unos días de negociaciones, consiguió que el doctor Campello le vendiera el busto por 4.000 francos, una suma equivalente a unas 5.200 pesetas de la época.

Durante los días que permaneció en la ciudad, la Dama de Elche también fue expuesta en el balcón del Ayuntamiento, lo que permitió que un mayor número de ilicitanos pudiera contemplarla. Sin embargo, este breve periodo de exhibición no fue suficiente para generar un movimiento que impidiera su venta.

El contrato de venta se formalizó el 18 de agosto de 1897 y, tan solo 12 días después, el 30 de agosto, la escultura abandonó Elche rumbo a Francia. Allí, fue incorporada a la colección del Museo del Louvre, donde permaneció durante más de cuarenta años como una de las obras más representativas del arte ibérico.

Hoy en día, algunas corrientes consideran que la venta no se ajustaba a derecho, ya que el descubridor de la escultura, Manuel Campello Esclapez, no participó en la transacción ni dio su consentimiento. Aunque en aquel momento la legislación sobre patrimonio era escasa y ambigua, algunos expertos sostienen que, de haberse aplicado criterios más estrictos, la venta podría haber sido cuestionada.

El hecho de que la pieza fuera vendida a un comprador extranjero no generó una reacción inmediata en el ámbito nacional. La preocupación por la pérdida de la Dama de Elche fue tardía e ineficaz, sin que se tomaran medidas para intentar frenar su salida del país. Fue el arqueólogo Pedro Ibarra, uno de los primeros en investigar el hallazgo, quien expresó su descontento ante la venta de un tesoro de tal magnitud al extranjero, señalando lo que consideraba una grave pérdida para el patrimonio cultural español.

Sin embargo, en Elche, salvo Ibarra y algunos otros estudiosos, pocos fueron realmente conscientes de lo que se estaba perdiendo. En aquel momento, la arqueología aún era un campo en desarrollo y la importancia de la escultura no se comprendió del todo. Para muchos, la venta fue simplemente una transacción más, sin que hubiera una oposición significativa que intentara impedirla.

Que no se pudiera evitar en Elche la transacción con Pierre Paris y la rápida salida de la escultura hacia Francia supuso un duro golpe para la ciudad, aunque la magnitud de la pérdida solo se comprendió con el paso del tiempo. La escultura, que había sido expuesta en el balcón de la casa del doctor Campello y en el del Ayuntamiento para que los vecinos la contemplaran, dejó su hogar, como tantas otras veces, por dinero. Con los años y décadas, el vacío que dejó entre los ilicitanos se hizo cada vez más profundo.

La venta de la Dama de Elche, aunque pudiera considerarse “legal” según las normativas de la época, marcó un punto de inflexión en el tratamiento de los bienes arqueológicos y culturales en España. La falta de legislación sobre la protección de estos objetos dejó expuesto el patrimonio nacional, y la venta de la Dama a Francia se convirtió, una vez más, en un símbolo de la ausencia de medidas eficaces para evitar el expolio de las riquezas culturales españolas.

En 1941, en plena Segunda Guerra Mundial, la escultura regresó a España tras un acuerdo entre el gobierno franquista y el régimen de Vichy en Francia. Actualmente, la Dama de Elche se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, donde sigue siendo una de las piezas más emblemáticas del arte íbero. Sin embargo, el debate sobre su lugar de exhibición continúa, y en Elche sigue viva la esperanza de que, algún día, la obra regrese a su ciudad. Elche la sigue esperando.

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