En el pleno del mes de junio Partido Popular y Vox aprobaron una moción con la que criminalizaban a los jóvenes migrantes de la delincuencia de nuestra ciudad. Ninguna sorpresa. Es el argumentario clásico de bulos que las derechas alimentan para generar inseguridad en la ciudadanía, buscar culpables fáciles ante los complejos problemas de nuestra sociedad y, en definitiva, alimentar el odio para perpetuar las discriminaciones de siempre.
La decisión ha escandalizado a las organizaciones sociales de esta ciudad, que han denunciado el racismo que destila el texto. Las entidades ilicitanas también han defendido la importancia de centrar las políticas en la integración de las personas jóvenes migrantes.
Quiero agradecer a estas organizaciones que hayan tomado partido. Señalar las mentiras y frenar la criminalización de las personas de origen extranjero se ha vuelto esencial frente a los discursos ultra. No todo vale en política.
Estos argumentarios falsos son intolerables en democracia. De hecho, durante el pleno pregunté al gobierno municipal en qué datos se basaba para hacer sus afirmaciones. Como era de prever, no aportaron ninguna estadística y se limitaron a leer algunas noticias especialmente seleccionadas, la mayoría de las cuales, por cierto, no se refería a sucesos en nuestra ciudad.
Frente a ello, desde Compromís les recordamos que, según las cifras aportadas por la Policía Nacional, la Guardia Civil y el Instituto Nacional de Estadística, el índice de criminalidad en España es de 48,6. Somos, de hecho, uno de los países más seguros de Europa. Es más, la tasa de población migrante aumenta mientras la de criminalidad ha bajado, como apuntan los datos del Real Instituto Elcano.
Desde luego que tenemos que mirar a las personas migrantes, pero para priorizar políticas públicas que garanticen su bienestar. Si hay algo que reconocerles, son las condiciones socioecónomicas que se lo ponen más difícil en la vida. Y ahí es donde las políticas públicas son clave para asegurarles un presente y un futuro dignos.
Miremos a estos niños y niñas para procurarles los recursos educativos necesarios, para asegurarles clases extraescolares gratuitas, para proporcionarles espacios de ocio inclusivos, para implicarlos en la vida cotidiana de sus barrios y pedanías. Valoremos y respetemos su cultura de origen, trabajemos su futura inclusión laboral y no permitamos que nadie los señale por su lengua o el color de su piel. Para eso hay que poner en marcha políticas de sensibilización. Algo muy lejano a lo que PP y Vox defendieron en el pleno.
Por suerte, muchas organizaciones de esta ciudad trabajan para que esos recursos estén a disposición de las personas jóvenes migrantes. La realidad de una ciudad inclusiva y solidaria frente a quienes enarbolan los discursos del odio.