OPINIÓN

La paradoja ilicitana

19 de febrero de 2024 - 09:30
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El espíritu emprendedor de los ilicitanos ha convertido nuestra ciudad en la tercera en importancia de la Comunidad; la segunda, si tomamos en consideración su liderazgo económico, cultural, patrimonial, ecológico y sus potencialidades todavía por desarrollar. Sin embargo, la gran paradoja de Elche es que no ha conseguido que su contribución a la provincia y a la Comunidad Valenciana se traduzca en poder político, ni siquiera con Carlos Mazón, el presidente más favorable a nuestras reivindicaciones. ¿Saben ustedes cuántos ilicitanos hay en Consellerías, Secretarías Autonómicas o Direcciones Generales?

Durante décadas, el ‘establishment’ alicantino ha abusado a menudo de sus privilegios como capital, monopolizando en su provecho las relaciones políticas, las inversiones y el negocio con las Administraciones. Sin embargo, hay también razones endógenas de este fracaso colectivo. La principal es la ausencia de una sociedad civil empresarial ilicitana, capaz de procurarse un espacio de influencia política a la altura de su poder económico, como lo han conseguido otras ciudades de la provincia, singularmente, Benidorm. Más allá de grandes individualidades, no ha habido una clase empresarial que apostara políticamente por la ciudad.

Una explicación histórica y sociológica puede hallarse en el motor de crecimiento económico de Elche, la industria del calzado, que desde la segunda mitad del siglo XX atrajo a decenas de miles de trabajadores procedentes de la inmigración interior española. Esta industria en sus primeros estadios no era más que un monocultivo de mano de obra barata. No exigía grandes inversiones de capital, ni largos períodos de maduración hasta la obtención del beneficio, lo que desincentivaba las alianzas entre el patriciado local para conseguir tamaño competitivo. La falta de barreras de entrada al sector, y la gran mortalidad derivada del modelo de negocio de las empresas zapateras, impidió la consolidación de sagas familiares con capacidad para representar los intereses de la ciudad extra muros.

El patrón de crecimiento basado en la manufactura, con escasa aportación de valor en términos de marca, diseño o innovación tecnológica, ha captado todos los recursos de la ciudad, excluyendo otras formas de economía basada en el conocimiento. Solo ejemplos recientes, como PLD Space, Mondraker o las empresas del parque científico de la UMH, nos permiten imaginar una ciudad que compita en los territorios de la nueva economía. La transformación económica exige la inversión en infraestructuras y la acumulación de capital intelectual para diversificar y sofisticar el patrón de crecimiento económico. La colaboración entre los Ayuntamientos de Ruz y Barcala es fundamental, pero también es preciso que los empresarios ilicitanos asumamos la corresponsabilidad en un proyecto de Provincia abierta al mundo, liderando con nuestros vecinos un proyecto que permita mantener lo logrado y ofrezca oportunidades de bienestar para las generaciones futuras.