A escasos kilómetros de los núcleos urbanos, entre Urbanova y Arenales del Sol, se esconde uno de los pocos tocones vírgenes del litoral valenciano: la Playa de El Altet. Lejos de los tópicos y ajena al bullicio, este enclave de dos kilómetros de arena fina y dorada permanece como un paraíso silencioso que no necesita enviar postales, porque es en sí misma una imagen intacta de belleza y equilibrio natural.
Situada en el extremo norte del término municipal de Elche, esta playa forma parte de un valioso ecosistema dunar que la convierte en un referente nacional. En la Comunitat Valenciana, donde los espacios naturales junto al mar son cada vez más escasos, El Altet resiste como ejemplo vivo del funcionamiento natural de un sistema de dunas, tanto móviles como fósiles. Un paisaje en constante transformación que ha merecido la distinción de Bandera Azul por su calidad, accesibilidad y compromiso medioambiental.
Su acceso limitado —solo se puede llegar desde un camino específico o caminando desde las playas vecinas— ha contribuido a preservar su tranquilidad. Esa barrera natural contra la masificación hace de El Altet un lugar ideal para quienes buscan desconectar y reconectar con la naturaleza. Las aguas limpias y calmadas invitan al baño, al paseo sereno o a la contemplación de la flora y fauna que la habitan.
En sus dunas crecen especies vegetales perfectamente adaptadas al entorno, como la Ammophila arenaria (grama de las dunas), esencial para estabilizar el terreno, o el Eryngium maritimum (cardo marino), que florece cerca del mar. También destacan plantas halófilas como Limonium spp. y Arthrocnemum spp., que aportan diversidad cromática y ecológica al paisaje.
Pero si hay una joya que subraya la importancia de este hábitat es la presencia del Chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus), una pequeña ave amenazada que anida cada verano en la arena, entre la vegetación costera. Su presencia no solo aporta vida, sino que recuerda que la conservación es una tarea constante. Junto a ella, lagartijas colirrojas, insectos en peligro y una diversidad de formas de vida encuentran aquí refugio y equilibrio.
La Playa de El Altet pertenece al espacio protegido del Paraje Natural Municipal del Clot de Galvany, lo que garantiza su conservación. Este respaldo legal permite compatibilizar el disfrute responsable del entorno con la protección de su riqueza ecológica.
Muy cerca del núcleo urbano de El Altet, y con todos los servicios al alcance —farmacia, supermercados, restauración y alojamiento—, esta playa ofrece lo mejor de dos mundos: la paz de lo natural y la comodidad de lo accesible.
El Altet es, en definitiva, uno de los últimos paraísos costeros que aún conserva su alma intacta. No necesita grandes campañas para atraer visitantes: su atractivo es su autenticidad. Una playa que no presume, pero que deslumbra.