La Torre de Ressemblanch es una de las muchas fortificaciones que se levantaron en la zona de Elche entre finales del siglo XV y principios del XVI como parte de un sistema defensivo contra las incursiones berberiscas. Estas torres, situadas estratégicamente en distintos puntos del territorio, cumplían la función de vigilar y alertar a la población ante posibles ataques piratas que asolaban el litoral mediterráneo y, en ocasiones, llegaban a internarse en el interior para saquear poblaciones y capturar habitantes con el fin de venderlos como esclavos.
La torre se encuentra en el llamado Huerto de la Torreta, al sur de Elche y cerca de la salida hacia la Marina Baixa. En aquellos tiempos, la ciudad estaba expuesta a las incursiones de corsarios que operaban bajo el amparo del Imperio Otomano. Entre los piratas más temidos destacaban Barbarroja y su sucesor Dragut, cuyas expediciones sembraban el pánico en toda la costa mediterránea. En 1522, las tropas de Barbarroja saquearon Elche y, en 1552, Salah Rais desembarcó en la cercana playa del Pinet, aprovechando la escasa defensa de la zona, para luego adentrarse en el interior y llevarse un valioso botín y numerosos cautivos.
Ante estos ataques, la Corona de Aragón y, posteriormente, la Monarquía Hispánica, desarrollaron un sistema de defensa costera basado en torres vigía y fortificaciones. En 1554 se redactaron las ordenanzas del “Resguardo de la Costa”, que establecían la vigilancia y el sistema de comunicación mediante señales de humo de día y fuego por la noche. Estas torres se construyeron o reforzaron bajo la supervisión de ingenieros militares como Juan Bautista Antonelli y Giovanni Battista Calvi, quienes también participaron en la edificación de fortalezas en otras partes del Mediterráneo.
La Torre de Ressemblanch, de planta cuadrada y estructura prismática, forma parte de este conjunto defensivo. Sus muros están hechos de mampostería irregular, con sillares reforzando las esquinas. Consta de un semisótano y tres plantas, conectadas por una escalera de caracol situada en la esquina suroeste. En la terraza, rodeada de ménsulas, se realizaban las labores de vigilancia. En su fachada sur se conserva el escudo nobiliario de la familia Santacilia, antiguos propietarios de la torre.
El origen del nombre “Ressemblanch” ha dado lugar a diversas teorías. Una leyenda cuenta que un rico musulmán que vivía en la torre subía cada tarde a rezar, mientras su criado cristiano se quedaba al pie de la edificación. Según la historia, el amo le gritaba “Resa blanc, resa blanc”, lo que habría derivado en la actual denominación de la torre. Sin embargo, estudios recientes sugieren un origen árabe, vinculado al término rahad, que pudo evolucionar en “barrio” o “arrabal”, lo que indicaría la existencia de un pequeño núcleo de población islámica en torno a la torre.
Tras la expulsión definitiva de los moriscos en 1609, la torre continuó formando parte del paisaje agrícola de Elche, quedando adosada a una vivienda de construcción posterior. A lo largo de los siglos ha sufrido varias transformaciones, pero su estructura original se ha mantenido en buen estado. En el siglo XX fue sometida a restauraciones y hoy en día está integrada en un Instituto de Formación Profesional.
Pese a los cambios que ha experimentado a lo largo del tiempo, la Torre de Ressemblanch sigue siendo un testimonio vivo de la historia de Elche y de su defensa frente a las amenazas que durante siglos acecharon sus costas. Su presencia recuerda la época en que las torres vigía eran fundamentales para la seguridad del territorio y cómo la ciudad tuvo que adaptarse a un entorno marcado por la guerra y la piratería. Consciente de su valor histórico y patrimonial, el Ayuntamiento de Elche, en colaboración con la Diputación Provincial, ha impulsado un proyecto de restauración y puesta en valor de la torre. Como anunció el alcalde Pablo Ruz el pasado agosto, la iniciativa contará con una inversión de 1,7 millones de euros, de los cuales el consistorio aportará el 55 % y la institución provincial el 45 %. Este proyecto busca garantizar la conservación de la torre y permitir que los ilicitanos y visitantes puedan conocer mejor este importante vestigio del pasado de la ciudad.