De planta casi cuadrada y integrada en la antigua muralla medieval, la Torre del Consell desempeñó un papel vital como punto de paso entre las plazas de Baix y Dalt. Su gran arco gótico, con tres bóvedas ojivales y accesos a dependencias municipales, no solo servía a un propósito práctico, sino que también se convertía en una obra de arte en sí misma, atrayendo a miles de ilicitanos que transitaban diariamente por sus pasillos. Adosada a la torre en el lado de poniente, la lonja medieval ofrecía un espacio vibrante para las actividades comerciales de la época, con mercaderes que comerciaban bajo sus arcos de cantería ojivales, infundiendo vida y dinamismo al corazón de la ciudad.
La transformación de la torre y la lonja en un palacio renacentista en 1548, bajo la visión visionaria de Sebastià Alcaràs, marcó un hito en la historia arquitectónica de Elche. La prolongación de la sala del Consell sobre la lonja y la elevación de la torre, coronada con una galería abierta de arcos de medio punto, simbolizaban la fusión perfecta entre el esplendor renacentista y la herencia medieval.
En 1645, la última y definitiva ampliación del edificio, con la construcción del ala de levante, situó la torre en el centro mismo del edificio consistorial, consolidando su posición como el corazón administrativo de la ciudad. La estructura de la lonja también fue objeto de modificaciones, reduciendo una altura en la planta baja para ganar una planta intermedia, que hoy alberga la zona de alcaldía.
La torre del Consell, no es sólo la construcción municipal más antigua del sur de la Comunidad Valenciana y cuerpo central del edificio consistorial, es el corazón de los secretos de la historia de Elche. Soportando incendios, Guerras, arquitectos y políticos. Nadie guarda más secretos que ella.
Pero la historia no estaría completa sin mencionar a Calendura y Calendureta, esos entrañables guardianes del tiempo que habitan en la antigua torre de la Vetla desde 1759. Con su reloj y sus muñecos autómatas de madera policromada, estos queridos personajes siguen marcando el ritmo de la vida urbana ilicitana, recordando a los ciudadanos el paso del tiempo y la importancia de preservar la historia y la tradición.
La Torre del Consell de Elche no es solo un edificio histórico, es el símbolo perdurable de la identidad y la herencia cultural de la ciudad, un monumento que continúa inspirando y cautivando a generaciones futuras con su belleza y su significado histórico.