En la noche del 5 de enero, Elche revive una de sus tradiciones más emblemáticas y ancestrales: la quema de les “atxes”. Esta práctica, profundamente arraigada en la cultura local, tiene su origen en los rituales mediterráneos del solsticio de invierno, donde el fuego simbolizaba el renacimiento de la luz solar tras los días más oscuros del año. En Elche, este uso ritual del fuego cobra un significado especial al estar vinculado al Palmeral, uno de los Patrimonios de la Humanidad de la ciudad.
Les “atxes” son antorchas confeccionadas con restos de la poda de las palmeras, como palmas secas, “sedassos” (fibras vegetales de los troncos) y cuerdas de esparto. Su luz cálida y característica no solo ilumina la noche mágica de Reyes, sino que también guía a Melchor, Gaspar y Baltasar hacia los hogares de los niños que esperan con ilusión sus regalos. Este ritual conecta a los ilicitanos con su entorno natural y con una tradición que ha perdurado durante siglos.
Aunque hoy se asocia principalmente a la noche de Reyes, el uso de les “atxes” tiene un pasado profundamente religioso. Las crónicas históricas narran su papel en acontecimientos extraordinarios, como el ocurrido el 18 de marzo de 1781. En esa fecha, una rogativa sacó en procesión a la Mare de Déu de l’Assumpció hacia el convento de San José en busca de lluvia. Cuatro días después, llegó la ansiada lluvia fecunda, y el domingo siguiente, al devolver la imagen a Santa María al anochecer, las calles de Elche se iluminaron con más de mil “atxes” que acompañaron la procesión, creando un espectáculo deslumbrante y lleno de devoción.
Esta tradición, que estuvo a punto de perderse, ha resurgido con fuerza en los últimos años gracias a la labor de asociaciones como APELX y al compromiso de familias ilicitanas que nunca dejaron de transmitirla a sus descendientes. Hoy, talleres intergeneracionales y mercados de “atxes” en lugares como la Plaza de la Glorieta refuerzan su presencia en la vida de la ciudad.
En la actualidad, la quema de les “atxes” no solo es una celebración de la Epifanía, sino también un homenaje a la historia, la naturaleza y las raíces culturales de Elche. Al caer la noche tras la Cabalgata de Reyes, las antorchas arden frente a las casas, manteniendo viva una tradición que simboliza la unión familiar, la esperanza y el legado de una ciudad que sigue iluminando su presente con la luz de su pasado.