HISTORIA

María Guadalupe de Láncaster y el Marquesado de Elche: una figura clave en la historia nobiliaria

Una figura clave de la nobleza española y portuguesa del siglo XVII, cuyo legado impactó directamente en el desarrollo económico, social y cultural de la ciudad de Elche
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Iván Hurtado
06 de enero de 2025 - 11:33

La ciudad de Elche conserva un vínculo histórico con una de las personalidades más notables de la nobleza ibérica del siglo XVII, María Guadalupe de Láncaster y Cárdenas Manrique de Lara (1630-1715), X Marquesa de Elche. Heredera de uno de los títulos más prestigiosos de la Corona, su vida estuvo marcada por una profunda religiosidad, una destacada cultura intelectual y un firme compromiso con los territorios bajo su administración.

María Guadalupe pertenecía a la influyente Casa de Láncaster, descendiente de reyes portugueses, y a la de los duques de Maqueda por vía materna. Aunque residió gran parte de su vida en Madrid, donde acumuló un impresionante patrimonio personal, su relación con Elche se mantuvo a través de la administración de sus tierras y rentas. Estas propiedades, fundamentales para la economía de la época, fortalecieron el desarrollo agrícola y comercial de la villa durante el siglo XVII.

La marquesa no solo destacó por su linaje, sino también por su erudición y su curiosidad intelectual. Fue propietaria de una de las bibliotecas más grandes de su tiempo, con más de 4.000 volúmenes que abarcaban diversas áreas del conocimiento, desde literatura y arte hasta ciencia y teología. Este legado cultural y su fama de connoisseur la hicieron merecedora de elogios de personalidades como Sor Juana Inés de la Cruz, quien la describió como la “gran Minerva de Lisboa”.

En el plano artístico, María Guadalupe también dejó su impronta. Uno de sus retratos, actualmente conservado en el Museo del Prado, la muestra en sus últimos años, vestida de viuda y sosteniendo una doble cruz de plata. La inscripción de este retrato destaca su longevidad y su trascendencia histórica: “Decus immortale tuorum” (“La gloria inmortal de los tuyos”).

Aunque sus actividades se extendieron más allá de las fronteras de Elche, impulsando misiones evangelizadoras en Asia y América, su conexión con la villa fue parte esencial de su herencia. María Guadalupe falleció en Madrid en 1715 y fue enterrada en el Monasterio de Guadalupe, en Cáceres, dejando un legado que entrelaza cultura, religión y la historia de la nobleza con la identidad de Elche.

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