FIESTAS

Mario Vaquerizo lanza las fiestas de Elche con un pregón a su estilo: desordenado, entrañable y políticamente incorrecto

El cantante, vestido de negro riguroso y armado solo con sus nervios y su espontaneidad, saludó a los “IIiciteños ”, improvisó sobre la Mare de Déu y recogió el Ram d’Or como si fuera un Grammy ilicitano.
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Iván Hurtado
08 de agosto de 2025 - 00:00

Cuando Mario Vaquerizo fue elegido pregonero de las Fiestas de Agosto de Elche, sabíamos que no iba a leer un texto clásico lleno de citas latinas y referencias históricas. Pero lo que nadie se esperaba —aunque todos deberíamos haberlo hecho— era un discurso surrealista, improvisado y absolutamente “vaquerizano”.

A las 21:45, vestido de negro riguroso y con ese aura de estrella glam que mezcla Alaska con Semana Santa, llegaba al Ayuntamiento de Elche con cara de “esto me viene grande, pero allá vamos”. A las 22:30, tal y como mandan los tiempos festivos, arrancó un pregón en el que intentó —con más entusiasmo que orden— hacer un repaso a todo lo que tocaba: las fiestas, los entes festeros, la inmaculada figura de la Mare de Déu… y, por supuesto, los Iliciteños. O, como él los rebautizó con afecto y sin red: los “iliciteños”.

Sí, así, en dos palabras y con toda la buena intención del mundo. La audiencia dudó entre reír, aplaudir o mandarle un DM con la entrada de Wikipedia. Pero se lo perdonamos, porque Mario es así: espontáneo, único y experto en convertir cualquier error en tendencia.

El acto contó con la presencia del alcalde y de los portavoces de PP, PSOE y Compromís. No así con la de Vox, cuyos concejales (y su portavoz Aurora Rodil) decidieron ausentarse como forma de protesta por la elección del cantante. Lo irónico del caso es que Mario ha sido anteriormente criticado por una supuesta cercanía a Vox. Así que, en esta ocasión, ha conseguido algo inédito: ser demasiado pro-Vox para unos, y demasiado Vaquerizo para Vox. Un equilibrio solo al alcance de un verdadero icono pop.

Durante el acto, también recibió el Ram d’Or de la ciudad, un reconocimiento que, según confesó emocionado, es el primero que recibe en su vida. “Algo bueno habré hecho”, dijo, entre lágrimas y laca.

Ha sido un pregón que, para bien o para “¿qué ha pasado aquí?”, no ha dejado indiferente a nadie.

Esperemos que irrepetible, inimitable, absurdo y absolutamente inolvidable. Porque Elche, al menos por una noche, fue un poco más glam y un poco más libre. Y los Iliciteños ya tienen una anécdota que contar durante muchas fiestas.

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