A mí, el humor también me hace temblar las piernecillas, y es que, el humor me pone, y me pone mucho, sobre todo el humor bueno, y de entre esos humores buenos, que hay muchos. La tira de prensa argentina “Mafalda” obra del fallecido humorista gráfico Quino, simplemente, me parece una genialidad.
Posiblemente la poca imaginación de nuestros políticos y la corta memoria de los humanos en general, hace que dé igual los años que pasen, la inoperancia de quienes nos gobiernen, y la ingesta desproporcionada que hagamos algunos, algunas y algunes, de sustancias más o menos nocivas, entre las cuales cuento el Cucal en polvo esnifado y lo supositorios de glicerina por su vía natural. Insisto, posiblemente por este cumulo de frentes, Mafalda y todos los personales que la compaña (cual mejor), hace que por muchos años que cada tira lleve publicada, sea tan actual como cuando se lanzó por primera vez.
Junto a Mafalda, Felipe, Susanita, Miguelito, o el hijo de españoles, Manolito. Que son los principales actores en esta comedia inteligente, no siempre, pero sí de vez en cuando, aparece Libertad. Una niña que por su tamaño podría casi que, ser un garbanzo con pelusa de debajo de cualquier cama con canapé, y cuya presencia, como la de la propia Mafalda, siempre repleta de dudas existencialmente lógicas, llena cada viñeta.
Por eso hoy no os voy a recomendar un libro en concreto, os voy a recomendar cualquiera de los de una MAFALDA que, para mí, siempre debiera de escribirse en mayúsculas. Y si como yo, en alguna de sus viñetas no das con la tecla, marca esa página y sigue. Ya volverás a ella, y sino a la segunda, a la tercera, fijo que por fin das con lo que a lo primero no, pero que no por ser inmediato, le restara gracia.
Lo dicho, muy fan de Mafalda y de los genios que, entre viñetas y apenas si, con unas pocas palabras, logran lo que muchos no, ni con cien vidas, ni con millones de letras acumuladas y debidamente compartimentadas.