En el vasto tapiz urbano de nuestra ciudad, las fachadas de los edificios sirven como testigos silenciosos de la historia. Cada ventana, cada cornisa, cada adorno arquitectónico cuenta un relato único sobre el pasado. Sin embargo, el inexorable paso del tiempo y el desarrollo urbano pueden poner en peligro estos tesoros históricos. La ciudad de Elche es uno de esos lugares que desean preservar el patrimonio del municipio con iniciativas para proteger estas fachadas de relevancia histórica, asegurando que las generaciones futuras puedan conectar con su herencia cultural. Sin embargo, en el torbellino del desarrollo urbano, estas joyas se enfrentan a múltiples amenazas.
En el remoto 1906, hace más de un siglo, un grupo de regantes de Elche e industriales locales fundaron Nuevos Riegos El Progreso como respuesta a la escasez de agua para el riego en el sur del Camp d’Elx. La ciudad de Elche, ante la falta de recursos hídricos, estableció una significativa relación con la importancia del agua. El invento fue todo un éxito, aunque no fue hasta 1910 cuando se estableció el servicio del agua, mientras se construían las infraestructuras necesarias. De hecho, fue tan exitoso que se emprendieron más proyectos en los años siguientes, y la sociedad comenzó a expandirse de manera exponencial, sumando más socios.
A un paso de la demolición
El edificio Nuevos Riegos El Progreso se erige como un testigo vivo de la historia de la ciudad de Elche. No obstante, a principios de noviembre de 2017. La historia cobró vida durante una serie de licitaciones para nuevas viviendas, cuando se anunció la autorización para construir en el lugar donde se erguía el centenario edificio. Esta implicaba la demolición parcial del inmueble, siendo una de sus fachadas protegida, mientras que la que daba a la plaza de la Constitución, mostrando signos de antigüedad y deterioro, no lo estaba. El grupo defensor del patrimonio se opuso firmemente a esta iniciativa, argumentando que el lugar tenía un valor histórico significativo: «Aquí ha habido una actividad histórica, y en pocos sitios de España debe quedar una sala de venta de aguas como esta». Además, denunciaron el acto como «un nuevo atentado contra el patrimonio local».
La fachada que mira hacia la calle Empedrat se caracteriza por un estilo neoárabe, mientras que aquella que se asoma a la Plaza de la Constitución exhibe un diseño neoclásico, reflejando ambos la ecléctica herencia de finales del siglo XIX. El informe emitido por el Patrimonio Artístico autonómico en 2018, que evitó por poco la demolición de esta, resalta el valor intrínseco de la estructura. La Conselleria argumentaba que «presenta cierto interés, fundamentalmente por la composición de su fachada y por el uso que ha tenido a lo largo de los más de cien años». En términos históricos, la fachada posee un valor patrimonial que trasciende generaciones y enriquece la memoria colectiva de la población, lo que refuerza la necesidad de proteger y preservar esta parte del edificio. El informe sugiere considerar soluciones alternativas de protección parcial, al menos para la fachada, dada su importancia arquitectónica y su relevancia histórica.
El monumento pertenece al patrimonio público de Elche, tras la generosa cesión realizada por la sociedad al Archivo Municipal. En las primeras brumas del año 2023, un rumor comenzó a danzar entre las calles de la ciudad, la tramitación para alcanzar la normalidad en el entorno del viejo edificio estaba llegando a su conclusión. En una jornada marcada por la expectación, la Comisión de Urbanismo de Elche tomó una decisión trascendental de aprobar la modificación del Plan General, se decidió que la fachada neoclásica sirviese como un punto de conexión entre el pasado y el futuro. Este acto se realizó en estricto cumplimiento de una sentencia del Tribunal Superior de Justicia autonómico, que había ordenado al Ayuntamiento de Elche preservar tan preciado patrimonio.
Cultura arquitectónica
Y es que, las fachadas de los edificios no son solo elementos estéticos de nuestras ciudades, sino también reflejos tangibles de las épocas pasadas. Desde los majestuosos palacios renacentistas hasta las modestas casas coloniales, cada estructura cuenta una historia. A través de sus detalles arquitectónicos, podemos vislumbrar los estilos de vida, las creencias y los valores de las personas que las construyeron y habitaron. Son nuestra historia, y la historia hay que cuidarla. Para lo bueno y para lo malo. Elche tiene tanta historia como fachadas cinceladas a golpe de esfuerzo. Edificios que crecieron creyendo en un futuro mejor y que, ahora, en el futuro miran hacia el horizonte con el pensamiento de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Fachadas de edificios, casas, familias, Vidas entre cuatro paredes que han hecho crecer a Elche. Algunas, con un servicio público, como el edifico de Nuevos Riegos El Progreso, otras, perdidas entre las calles de nuestra ciudad. Alcemos la vista al cielo y contemplémoslas detenidamente. Merece la pena.
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