REPORTAJE

Selectividad en Elche: pocos días para definir un futuro

Más de 1.200 estudiantes se enfrentan en Elche a la EBAU 2025 entre nervios, presión y altas expectativas académicas
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Daniel Ruiz Perona
31 de mayo de 2025 - 03:27

Elche vuelve a vivir, un año más, la semana de la Selectividad. Más de 1.200 estudiantes de la ciudad se preparan para enfrentarse los días 4, 5 y 6 de junio a la Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU), una prueba decisiva que marcará la trayectoria académica de muchos jóvenes y que, para buena parte de ellos, representa su primer gran reto personal.

Los institutos han intensificado las sesiones de repaso, las bibliotecas municipales se llenan cada tarde y los pasillos de los centros educativos se han convertido en puntos de encuentro donde se mezclan nervios, apuntes, estrategias y alguna que otra broma para aliviar tensiones.

Una prueba con impacto real

La estructura de la EBAU se mantiene en la Comunidad Valenciana: una fase obligatoria —compuesta por materias comunes como Lengua Castellana, Valenciano, Historia de España, Inglés y una asignatura de modalidad— y una fase voluntaria para subir nota, que permite alcanzar hasta 14 puntos de calificación final.

El año pasado, la nota media fue de 7,43, y carreras como Medicina, Psicología o los dobles grados de Derecho y ADE exigieron calificaciones superiores al 12. En este contexto, muchos estudiantes perciben la prueba como una competición más que como una evaluación.

El peso de las expectativas

En el IES Misteri d’Elx, el profesorado percibe a un alumnado más disciplinado que en años anteriores, pero también más tenso. Según explican desde el departamento de Historia, la autoexigencia es tan alta que muchos alumnos viven esta etapa con la sensación de que se juegan su futuro en tres días. Es el caso de Lucía Ortega, estudiante de 2º de Bachillerato, que lleva semanas repasando a diario y reconoce sentir que todo depende del resultado final. A pesar de su preparación, no consigue quitarse de encima la presión de estar a la altura.

En ese mismo centro, Iván Muñoz, que quiere cursar Derecho, asegura haber trabajado con constancia desde septiembre, aunque admite que el mayor desafío no está en el temario, sino en controlar los nervios durante el examen.

Una carrera de fondo

En el IES La Asunción, el trabajo se ha centrado en reforzar tanto los contenidos como la estabilidad emocional del alumnado. Los tutores de segundo de Bachillerato coinciden en que muchos estudiantes llegan con un nivel académico muy sólido, pero arrastrando un estrés sostenido desde el primer trimestre. La presión por alcanzar las notas de corte, especialmente en grados muy demandados, ha generado inseguridad incluso en alumnos brillantes.

María Belda, que aspira a estudiar Psicología, explica que ha preparado la Selectividad con una rutina estricta, sin apenas pausas, aunque reconoce que la sensación de “no llegar” está siempre presente. Por su parte, Adrián Segarra, interesado en Magisterio, intenta mantener la calma y centrarse en lo que puede controlar, aunque confiesa que no siempre es fácil abstraerse del entorno competitivo.

Apoyo mutuo y resistencia emocional

En el IES Sixto Marco, los docentes valoran el esfuerzo colectivo del grupo y la implicación del profesorado. Una profesora de Matemáticas comenta que este año se ha trabajado de forma especialmente intensa, pero también con mucha conciencia de las emociones del alumnado. El objetivo, dice, ha sido ayudarles no solo a aprobar, sino a gestionar la tensión.

Sergio Lozano, uno de los alumnos del centro, describe el curso como una carrera de fondo, agotadora pero motivadora. Claudia Paredes, que quiere acceder al grado en Comunicación Audiovisual, destaca la importancia de estudiar en grupo y apoyarse entre compañeros como una herramienta para sobrellevar mejor la etapa final del curso.

Una etapa que cierra, otra que empieza

En el IES Tirant lo Blanc, el enfoque ha sido integral. Desde el departamento de orientación se han ofrecido recursos para trabajar la ansiedad ante los exámenes y la toma de decisiones vocacionales. Según explican, el alumnado no solo se enfrenta a una prueba académica, sino también a la transición hacia la vida universitaria y adulta.

Nerea González, que busca una plaza en Enfermería, afirma sentirse preparada, aunque reconoce que el miedo al error sigue latente. Aun así, cree que el esfuerzo merece la pena. Óscar Ruiz, alumno de Humanidades, asegura que lo importante ahora es cerrar esta etapa con la tranquilidad de haber dado lo mejor, más allá del resultado.

Elche se prepara con ellos

Durante los días de examen, la UMH y las sedes anexas recibirán a centenares de estudiantes en un ambiente de máxima concentración. En paralelo, las familias reorganizan horarios y apoyan desde casa, los docentes siguen disponibles incluso fuera de su jornada y la ciudad acompaña —aunque en silencio— a quienes durante meses han sostenido una carga académica y emocional nada menor.

La Selectividad en Elche no es solo una serie de exámenes. Es un punto de inflexión, un cierre y un comienzo. Un momento en que cada estudiante, con sus temores y expectativas, se enfrenta a una versión de sí mismo que hasta ahora solo existía en el futuro.

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