El pasado 28 de febrero debatimos en la sesión de la Comisión de Industria y Turismo del Congreso de los Diputados, la Proposición no de Ley del Grupo Parlamentario Sumar sobre un Pacto de Estado por un Turismo justo, sostenible e inclusivo. Se apoderan de estos términos para disfrazar su verdadera voluntad, acabar con la libertad de todos y cada uno de nosotros. El pacto propuesto versa sobre seis ejes. Trabajo decente, derecho a la vivienda, infraestructuras de proximidad y transportesostenible, adaptación y mitigación del cambio climático, identidad, cultura y patrimonio y, por último, diversificación económica, financiación de servicios públicos y fiscalidad.

A simple vista, puede parecer que bajo estos títulos hay una buena voluntad para que la sociedad pueda prosperar y tener las oportunidades de un país moderno y abierto, pero nada más lejos de la realidad. Este grupo pone de manifiesto su nulo conocimiento sobre la gestión de una empresa y, sobre todo, su visión sobre el turismo, al que tachan de ‘depredador’ a pesar de aportar casi un 13% del PIB nacional.

Este pacto propone reducir los horarios de apertura de la hostelería, eliminar visados para posibles inversores, prohibir los vuelos cortos, ahuyentar a los cruceros… un sinfín de medidas para frenar una locomotora que, a día de hoy, emplea a más de dos millones y medio de personas, que se dice pronto, que nos permite mostrar nuestros encantos al mundo, y que en concreto en Elche produjo, sólo en Navidad, un impacto económico de 1’5 millones de euros.

Ir en contra del turismo, de la libertad de cada uno a emprender, a invertir o a dedicarse a lo que quiera, no es progresista. El respeto y la libertad son los pilares fundamentales de una democracia y se están atacando sin ninguna contemplación. Tienen en su ADN la ira que les produce no poder someter la voluntad de los ciudadanos, como en la URSS que construyó el muro en Berlín para impedir que las personas huyeran de su régimen. Entonces, como ahora, el muro caeráy, sin ira, triunfará la Libertad.