El año 2023 acabó dejando 27’5 millones de euros de remanente, es decir, de ahorros de otros años no ejecutados. El pasado lunes se daba cuenta en sesión plenaria de ese dato al mismo tiempo que esos millones ya no existían. Me explico.
El lunes se aprobaron dos modificaciones presupuestarias para aumentar con esos millones de remanente partidas ya existentes y para crear nuevas y rellenarlas de dinero según las directrices de la coalición azul y verde que ahora maneja el timón del ayuntamiento. Serà per diners! Pero lo que llama la atención de estas modificaciones, salvo honrosas excepciones, es que la mayoría son innecesarias. Se suben partidas por subir porque, con toda probabilidad, a este gobierno no le va a dar tiempo a gastarlo todo. El remanente tiene una duración hasta el 31 de diciembre y gastarse 16 millones, más los muchos que ya hay, ni aunque el año tuviera 24 meses…
No obstante, PP y VOX continúan en la senda del gastar por gastar porque si no gastan, no saben gobernar. Alguien una vez me dijo que un buen gobierno no es aquel que necesita más y más dinero, sino aquél que hace un buen uso de los recursos públicos aunque sean pocos.
Entre las propuestas que nos traen al pleno está la de subir dos millones de euros la renovación de las farolas, más de un millón en asfaltado, estudios y proyectos cuando ya existe presupuesto para ello, más dinero para protocolo, para publicidad… más y más y más y más. Claro, el dinero no es de ellos, es el de todos y parece que es más fácil gastarlo.
La cuestión es que este año están activas las reglas fiscales después de dos crisis y eso significa que entramos un escenario de prudencia financiera. El uso caprichoso en su mayoría de ese dinero para aumentar partidas ya colmadas de dinero hace que el desequilibrio entre ingresos y gastos genere un déficit de 18 millones de euros. Y no lo digo yo, lo dice la Intervención Municipal.
No hace ni un año que esta coalición de derechas gobierna y hemos pasado de tener más de 27 millones de remanente a 18 millones de déficit. O se ajusta el cinturón, empieza a pensar que debe equilibrar el presupuesto o nos veremos inmersos en un plan de ajuste y de recortes para finales de este año.
No han necesitado ni un año en el gobierno para marcar esa diferencia entre nuestra forma de gobernar lo económico, marcada por una mayor eficiencia y eficacia en el gasto público, y la suya, que se está caracterizando por ser manirrota y recargada.