Corría el año 1924 cuando el pueblo conmemoraba el décimo aniversario del estallido de la Grande Guerre. Nuestro país no participó por varios motivos pero cabría poner en valor aquel que nos hizo perder las colonias de ultramar, la crisis finisecular y la total descomposición del Imperio Español. Como país neutral, no enviamos a soldados a la guerra, eso no restó que algún que otro ilicitano con deseos de aventura o por posicionamiento ideológico, se alistara a uno de los dos bandos.
Destacar entre ellos a Miguel Ferrández García, se alistó como voluntario al bando germanófilo, el de las potencias centrales. A Miguel se le concedió una calle años después, sita en Mayor de la Ciudad, con motivo de su trágico fallecimiento mientras realizaba unas maniobras aéreas en Cuatro Vientos. Se le otorgó la distinción de Comandante a título póstumo.
En los periódicos de la época (Nueva Illice , Renovación, La Defensa…) se pasaba el parte a modo de Diario de Guerra de los sucesos más relevantes de las campañas. Unos y otros se vinculaban, o bien con la Triple Alianza o bien, con la Triple Entente. Y era motivo,en el Salón de Plenos, de algunos rifirrafes entre nuestros ediles, ya que unos eran partidarios de los ideales democráticos y otros de tendencias más conservadoras y autoritarias. Todo aquel lector que quiera seguir la contienda basta con que asista al Archivo Municipal y consulte la prensa histórica que tan bien supo almacenar Pedro Ibarra. La Revolución Rusa de 1917 y la aparición del Fascismo en Italia había polarizado no solo las calles de Elche sino también las del viejo continente.
No fueron buenos momentos, aquí en la ciudad se suspendieron las garantías constitucionales, se disolvió el gobierno local y se anularon los partidos políticos. Aparecía el Directorio Militar de Primo de Rivera y se sometía a estricta censura periodística a los rotativos más críticos con el gobierno primorriverista.
Apenas había transcurrido un lustro de la mal llamada Gripe Española, ésta había dejado atrás a mucha gente, destacar el fallecimiento del Capellán José Castaño Sánchez, su muerte trajo consigo la compra en subasta pública del Huerto del Cura por parte del industrial Juan Orts Miralles.
Elche vivía una época difícil para la mayoría de la población, a pesar de la incipiente industrialización del calzado, había muchas familias que padecían necesidades, los precios de los productos de primera necesidad no eran correlativos con los sueldos de los alpargateros, agricultores, y muchos ilicitanos tuvieron que emigrar a Argelia para intentar prosperar en la colonia francesa.
En aquel entonces, parte de la población ya reclamaba una serie de mejoras que consideraban importantes, entre ellas quiero hacer mención a las siguientes: la traída de aguas, la mejora del alcantarillado, la construcción de grupos escolares y de un Cuartel de la Guardia Civil, reconstruir el Matadero, establecer el Museo y la Biblioteca Municipal, crear la Escuela de Artes y Oficios y la Banda Municipal de Música. Diego Ferrández Ripoll fue alcalde durante gran parte de este periodo en Elche, creo que le debemos la creación de la Junta Protectora de nuestra FESTA y con ello, la Restauración de la misma a manos de Óscar Esplá Triay. Este alcalde llegó a ser presidente de nuestro amado Elche C.F y uno de sus hijos, unas décadas después, volvió a repetir en el puesto de primer edil de la población.
En 1923 se fundó la entidad deportiva más importante y que mayores alegrías nos daría para los amantes del esférico y del balompié,nuestro Elche CF. ¿ Cómo ser ilicitano y no ser franjiverde? Creo es uno de los mejores legados que nos han podido transmitir nuestros mayores y aún en épocas de incertidumbres y de dependencias de agentes foráneos, seguimos fieles a la cita cada domingo y nos dejamos el alma en cada encuentro.
Una centuria ha pasado de todos estos sucesos, los ilicitanos seguimos con ese tesón que nos caracteriza, con las ganas de trabajar, con grandes emprendedores, seguimos acogiendo a los visitantes con los brazos abiertos, nos sentimos orgullosos de nuestro legado cultural y de cómo éste ha formado nuestro carácter y nuestra manera de ser y de vivir las tradiciones.
Las personas que han venido de fuera, sobre todo de Andalucía, forman parte intrínseca de este misterio y de esta fórmula magistral que se llama ELCHE. A ellos y también a muchos más, les debemos nuestra grandeza y tenemos que hacerles ser partícipes de todo ello y del grado de responsabilidad que implica el legarlo a las generaciones venideras.
Parafraseando al gran Aureliano Ibarra Manzoni me gustaría finalizar con un “Cuando yo muera, al recordarme los ilicitanos, quiero que digan: ¡Cuánto amó este hombre a Elche y a sus hijos”.