OPINIÓN

Por puñado de pegatinas fachas


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Daniel Rubio
27 de junio de 2024 - 12:51

La reciente denuncia del alcalde Pablo Ruz en el pleno municipal sobre los ataques homófobos que ha estado sufriendo no solo revela la intolerancia que persiste en nuestra sociedad, sino que también pone de manifiesto un problema más profundo: nuestra obsesión por etiquetar y dividir a las personas. Las pegatinas distribuidas por toda Elche con el mensaje “Pablo, ¿Aurora sabe lo tuyo?”son un triste reflejo de esta tendencia. La idea subyacente es clara: dividir para vencer.

Dividimos a las personas en buenos y malos, en gays, heterosexuales y bisexuales, en blancos y negros, en mujeres y hombres, en progresistas y conservadores. Esta categorización no solo es reductiva, sino también destructiva. Alimenta la desconfianza y el conflicto, haciendo imposible la construcción de una comunidad unida y solidaria.

Conozco a Pablo Ruz personalmente y he sido su compañero. Sinceramente, me importa tanto con quién se pueda acostar el alcalde de Elche como las veces que vaya al cuarto de baño. Lo que debería importarnos es su capacidad para gobernar y mejorar nuestra ciudad. Sin embargo, parece que ciertos sectores de la sociedad están más interesados en etiquetar y juzgar.

Recuerdo una situación en una cena con un grupo de gente. Uno de los autobautizados como progresista me hizo una pregunta: “Tú que conoces a Pablo Ruz, ¿cuándo va a salir del armario?”. A lo que le contesté: “Cuando dejen de existir los gilipollas”. Este intercambio resalta la injerencia innecesaria en la vida personal de los demás y la insistencia en encasillar a las personas.

También recuerdo otra pareja de progresistas gays que me dijo que Pablo Ruz hacía un flaco favor a los homosexuales al no anunciar su situación, y que estaba traicionando a los votantes de la derecha al ocultar su tendencia sexual. Repito que desconozco absolutamente cuál es su orientación y, francamente, me importa poco. Lo relevante es su desempeño como alcalde.

Existe una tendencia clara, también por parte de ciertos sectores de la izquierda, de decir que la bandera nacional es un trapo y cabrearse porque no se cuelgue una bandera que consideran que representa a los homosexuales. Para mí, no cuesta nada por parte del gobierno municipal, por mucha oposición que cuente de sus socios, recoger el sentir, ya sea minoritario o mayoritario, de un sector de la población que se siente feliz colgando este tipo de banderas. Es una reflexión que también debería hacer el alcalde Pablo Ruz.

Debemos dejar de lado estos estereotipos y divisiones. No debemos permitir que el odio y la intolerancia definan nuestras vidas. Es hora de trabajar por una sociedad más justa y equitativa, donde cada persona sea valorada por su humanidad y no por las etiquetas que otros les imponen.